Algunas ideas para los padres y educadores que desean facilitar la virtud de la sinceridad.
- La sinceridad crece en un clima de confianza, pero la confianza no se presupone ni se impone: hay que ganársela poniendo medios: aficiones, intereses comunes.
- El educador genera confianza cuando potencia la libertad personal, corriendo los riesgos de la libertad -como el riesgo de ser engañado-: porque el que desconfía del otro no puede esperar que el otro le confíe sus problemas.
- La sinceridad y la confianza necesita el lenguaje y el tono propio de la libertad: porque la verdad no se impone, se propone (Juan Pablo II)
- ¿Tú que opinas? (No: tú, cállate, escucha, y haz lo que te digo sin pensar)
- Mira, y o te doy este consejo… pero piénsatelo, valóralo y decide tú. (No: déjate de historias, y haz lo que te digo yo)
- Sobre este punto, yo te sugiero que consultes estas fuentes, te lo pienses y tomes una decisión… (No: ¡no pienses, ¡hazlo!)
La ironía, el humor punzante, el tono autoritario o excesivamente paternalista distancian y acaban impidiendo la relación de confianza.
- Conviene ayudar a vivir esta virtud de la sinceridad tiene varios ámbitos:
- Sinceridad en el comportamiento. No es sincera la persona que actúa movida sólo por el deseo de quedar bien en un determinado momento y ambiente, sin un convencimiento íntimo y personal, aunque sus hechos y palabras externas sean, aparentemente adecuados.
- Sinceridad en las intenciones. No se puede confundir la petición de consejo con la dejación de la propia responsabilidad, delegándola en otra persona: con frecuencia se acaban achacando luego los propios erroresa los consejos que recibió de esa persona.
- Sinceridad en las palabras